Basta que seas tú misma, en la relación con el otro,
en
ese encuentro diario,
en esa respuesta al llamado del
otro.
Basta que seas tú misma,
al permitirse crecer y trascender
con cada una de las experiencias de la vida.
Basta que seas tú misma,
con ese detalle para el otro.
En
ese acercamiento a tu igual
en busca de consuelo,
información,
presencia física o emocional.
¡Basta que seas tú misma!
Tu mano, tu presencia, tu voz de aliento,
una palabra,
un abrazo.
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